Los retardantes de llama bromados son compuestos organobromados que tienen un efecto inhibidor en la combustión de materiales orgánicos. En la comercialización de los retardantes de llama, la variedad bromada es la más utilizada. Son muy efectivos en plásticos y textiles, como por ejemplo en la electrónica, ropa y muebles. Se suelen utilizar en aparatos electrónicos con el fin de reducir la inflamabilidad del producto. El uso de estas sustancias comenzó a aumentar en la década de 1970, en respuesta a las normas de seguridad contra el fuego implementadas en California en ese momento.
Los retardantes de flama pueden incorporarse a un material ya sea como componentes activos o bien como aditivos. Los componentes activos se integran a la estructura polimérica de algunos tipos de plásticos. Esta modalidad es la más conveniente, ya que produce materiales más estables y con propiedades uniformes. Los aditivos, por otra parte, son más económicos y versátiles, aunque presentan el inconveniente de modificar las propiedades de los materiales de base. Este es el caso de los PBDE (Polibromodifenil éter), que en general, se aplican como recubrimientos o bien se mezclan durante el procesamiento de materiales. Es una clase de compuesto bromado de extenso uso como retardante de llama en plásticos y espumas, incluidas las carcasas de plástico de equipos electrónicos.


Cada año, montañas de productos electrónicos son desechados y se acumulan en rellenos sanitarios y tiraderos irregulares, en todo el mundo. Dado el continuo y acelerado desarrollo de esta industria, la mayoría de estos equipos se vuelven obsoletos en solamente dos años. Una de las mayores preocupaciones acerca de la basura electrónica es el impacto ambiental que produce, a medida que ciertos compuestos químicos se desprenden y contaminan el suelo, y se encuentran en posición de infiltrarse a los mantos acuíferos. Por otra parte, una gran cantidad de basura electrónica es exportada a países en desarrollo, donde existen compañías dedicadas a recuperar materiales valiosos como oro y cobre, que se encuentran en mínimas cantidades en estos productos. Esta práctica ha sido cuestionada en el contexto del Convenio de Basilea (1992), cuyo objeto es prevenir la transferencia de residuos peligrosos a los países en desarrollo.
Existen alternativas a los productos químicos retardantes de llama: materiales menos inflamables, cambios de diseño, productos químicos más seguros. La adopción de códigos eléctricos y electrónicos más fuertes, códigos de incendios, edificios modernizados, así como el mayor uso de sistemas de prevención de incendios, cigarrillos auto extinguibles, etc., ayudarán a prevenir incendios sin utilizar productos químicos tóxicos.
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