Hoy en día, la nanotecnología está revolucionado el mundo como lo hicieron en su época otras tecnologías que son de nuestro quehacer diario. Nuevas formas científicas que permiten la manipulación de sustancias en la escala de los átomos construyen la brújula de los desarrollos tecnológicos del futuro.
La nanotecnología ha sido definida como la ciencia dedicada a la fabricación de tecnología en miniatura. Su característica fundamental es que constituye un ensamblaje interdisciplinario de varios campos de las ciencias naturales que están altamente especializados, como la química, la biología molecular, la física, la electrónica, la informática, las matemáticas y la bioquímica.
La nanotecnología es una poderosa fuerza de transformación económica, social y ambiental en el mundo moderno. La relación del hombre con su ambiente no escapa de esta nueva tecnología.
La nanotecnología –como conjunto de técnicas que permiten crear o manipular partículas ultrafinas de tamaños comparables a los de los virus, menores que 100 nanómetros para aplicaciones industriales – ya está entrando en los entornos laborales de los países más industrializados. Sin embargo, aún no existe una normativa específica que limite ni la producción, ni la incorporación a procesos productivos, ni la exposición laboral a las nanopartículas. Esto quiere decir que nos adentramos en nuevos territorios, también en lo que a riesgos se refiere.
Las propiedades de estas novedosas nanopartículas y nanoestructuras son todavía, en gran parte, desconocidas. Ahora bien, se conjetura que con algunas de estas propiedades (por ejemplo la superficie altamente reactiva de los nanomateriales y su habilidad para atravesar membranas) podría vincularse un grado potencialmente elevado de toxicidad.
El actual desconocimiento sobre los efectos de las nanopartículas, como principal fundamento de la acción preventiva en el entorno laboral, hace que el trabajo que se está desarrollando atente contra la salud de los trabajadores, ya que científicamente no puede darse explicación de sus efectos a partir de los conocidos en esos materiales a mayor tamaño. Para ninguna nanopartícula se ha establecido científicamente que la absorción de dosis muy bajas sea inocua.
Se han realizado estudios por entidades gubernamentales, como la National Science Foundation (EE.UU.), la Comisión Europea , la Royal Society (RU) y la ETCGroup (Canadá), que apuntan a la necesidad de incorporar desde el inicio investigaciones que tengan en cuenta los aspectos sociales, económicos, ambientales, políticos y éticos a la hora de introducir la nanotecnología en nuestras sociedades.
El Instituto Nacional para la Seguridad y Salud Ocupacional (NIOSH) de los EE.UU. continúa realizando investigaciones para determinar si las nanopartículas constituyen una amenaza de salud para los trabajadores expuestos. Los estudios de laboratorio en animales han demostrado que ciertos tipos de nanopartículas, cuando son inhaladas, pueden llegar a la sangre, al cerebro y a otros órganos de estos animales. Algunos estudios han mostrado efectos adversos como inflamación y fibrosis en los pulmones y otros órganos de los animales de laboratorio.
Se considera que los incendios y las explosiones son los principales riesgos asociados a las nanopartículas en el lugar de trabajo.
Los trabajadores pueden estar expuestos a través de tres vías:
Inhalación, se considera la ruta más común de exposición.
Ingestión, los trabajadores pueden resultar expuestos por el contacto involuntario entre las manos contaminadas y la boca, o por la ingestión de partículas procedentes del aparato respiratorio.
Cutánea, algunos estudios indican que las nanopartículas pueden penetrar la piel. Esta posibilidad está siendo investigada.
Hay varios factores que afectan la exposición de los trabajadores a las nanopartículas, como son:
La concentración, la duración y la frecuencia de la exposición.
La capacidad que tienen las nanopartículas de dispersarse fácilmente como polvo (por ejemplo, en forma de talco) o como gotas o aerosoles de transmisión aérea, que pueden causar una mayor exposición en los trabajadores.
Es por esto que los empleadores deben usar controles técnicos para reducir la exposición de los trabajadores a las nanopartículas. Estos controles incluyen la contención de la fuente (aislamiento del trabajador de la fuente que genera la exposición) y sistemas locales de ventilación por aspiración. Deben tenerse en cuenta, además, el uso de respiradores.
No debe olvidarse la capacitación de los trabajadores, ya que para reducir la exposición laboral, deben aprender a manipular en forma segura las nanopartículas, usar el equipo de protección personal, disponer de la ropa de trabajo adecuada, limpiar las superficies contaminadas y eliminar las nanopartículas derramadas.
Por el momento, es difícil valorar con certeza el peligro que representa cada uno de los tipos de nanopartículas al ser humano. En el ámbito internacional no se han establecido normas de exposición a las nanopartículas, por lo cual debe recomendarse adoptar una posición prudente en la fabricación y el uso de nanopartículas en la industria.
El rápido crecimiento de la nanotecnología registrado mundialmente a partir de los años ochenta, ha llevado a los países más industrializados a invertir cifras millonarias (y crecientes cada año) en las actividades públicas y privadas de investigación y desarrollo en esta temática.
El avance de la nanotecnología en Iberoamérica es de un desarrollo desigual. España y Brasil son los pioneros y actualmente los líderes de la producción científica y desarrollo tecnológico en nanotecnología. Portugal, México y Argentina constituyen un segundo bloque con rasgos semejantes entre sí. Los restantes países presentan una producción marcadamente más reducida.
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