El cáncer es una de las primeras causas de mortalidad en la sociedad actual. El cáncer es una enfermedad compleja, cuya aparición puede ser debida a uno o varios de los siguientes factores:
1. Modo de vida: alimentación, tabaco, alcohol
2. Factores ambientales: contaminación
3. Factores familiares o genéticos
4. Factores laborales: químicos, físicos, biológicos
Debido a este carácter multifactorial, es difícil saber en qué medida ha contribuido cada factor a la generación de la enfermedad. Sin embargo, hay dos cosas claras:
1. Las personas que en su trabajo están en contacto con agentes cancerígenos tienen una probabilidad mucho mayor que el conjunto de la población de contraer ciertos tipos de cáncer.
2. El cáncer de origen profesional tarda normalmente muchos años en manifestarse (hasta 40 años), por lo que en general los casos aparecen cuando el trabajador ha cambiado de trabajo e incluso cuando ya está jubilado. Por eso es tan difícil relacionar los cánceres de las personas mayores con trabajos que tuvieron muchos años antes y que quizá fueron una de las causas de su enfermedad actual.
Por esta razón es muy importante evitar la exposición a agentes cancerígenos en el trabajo. De esta forma se evitarían miles de futuros cánceres
Para la prevención del cáncer en los ambientes laborales debemos tener en cuenta al menos dos fases:
1. Identificación de compuestos o del entorno profesional como cancerígeno,
2. Control reglamentario adecuado.
La principal estrategia para el control del cáncer ha sido la disminución o la eliminación total de la exposición a los agentes causantes de cáncer. Para la vigilancia de la frecuencia del cáncer en diversas profesiones puede utilizarse información procedente de los registros de población sobre tasas de cáncer y profesión. Se han aplicado varios métodos para obtener esta información, en función de los registros disponibles. La información sobre las tasas de enfermedad (frecuencia de cáncer) suele obtenerse de los registros locales o nacionales de cáncer, o de los certificados de defunción, mientras que la información sobre la composición por edades y el tamaño de los grupos profesionales se obtiene de los registros de población. Otra fuente de información útil es la que nos aporta la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC), quien recopila y evalúa de forma sistemática datos epidemiológicos y experimentales sobre cancerígenos sospechados o conocidos. Las evaluaciones se presentan en una serie de monografías, que ofrecen una base para tomar decisiones sobre las disposiciones que deben adoptarse respecto a la producción y utilización de compuestos cancerígenos.
Existen tres estrategias principales para la reducción de las exposiciones en el lugar de trabajo a cancerígenos conocidos o sospechados:
1. Eliminación de la sustancia,
2. Reducción de la exposición mediante la disminución de la emisión o la ventilación,
3. Protección personal de los trabajadores.
Desde hace mucho se discute sobre la existencia de un umbral real para la exposición a cancerígenos, por debajo del cual no existe riesgo. Se supone que el riesgo debe ser eliminado bajando el riesgo a cero con una exposición cero. Si así fuera, ningún límite de exposición, por bajo que fuera, se consideraría totalmente libre de riesgo. Muchos países han definido límites de exposición para algunas sustancias cancerígenas, aunque no para otras. La eliminación de un compuesto puede originar problemas cuando se introducen sustancias para sustituirlo, cuya toxicidad debe ser inferior a la de la sustancia sustituida. La reducción de la exposición en su origen puede llevarse a cabo con relativa facilidad en el caso de sustancias químicas para procesos, mediante la encapsulación del proceso y la ventilación. La reducción de la exposición en su origen puede ser difícil de aplicar a sustancias que se utilizan en condiciones menos controladas o que se forman durante el trabajo. El cumplimiento de los límites de exposición exige el control periódico de los niveles de aire en la sala de trabajo. Cuando no es posible controlar la exposición eliminando ni reduciendo las emisiones, la única solución que queda es utilizar instrumentos de protección personal, desde mascarillas con filtro hasta cascos con suministro de aire y ropas protectoras. Para decidir la modalidad de protección más adecuada, habrá que considerar la principal vía de exposición a las sustancias. Sin embargo, muchos instrumentos de protección personal causan molestias al usuario, y las mascarillas con filtro suponen un aumento de la resistencia respiratoria que puede ser muy importante en trabajos que exigen esfuerzo físico. Por lo general, el efecto protector de los respiradores no es previsible y depende del grado de ajuste de la mascarilla a la cara, de la frecuencia de cambio de los filtros, etc. La protección personal debe considerarse el último recurso, y únicamente se intentará cuando fracasen formas más eficaces de reducir la exposición.
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